Hablaban hasta el amanecer, sin ilusiones ni despecho, como un viejo matrimonio condenado a la rutina.
Creían ser felices, y tal vez lo eran, hasta que uno de los dos
decía una palabra de mas, o daba un paso de menos, y la noche se
pudría en un pleito de
vándalos que desmoralizaba a los mastines.
Del amor y otros demonios, Gabriel Garcia Marquez.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario